jueves, 29 de agosto de 2013

Competencias

Tres veces he visitado Toledo, la primera antes de cumplir los catorce años y de la que apenas recuerdo tan solo el hecho de la propia visita y de haber comprado un pequeño cortaplumas como regalo a mis padres.
Pasarían casi cuarenta años antes de la segunda y fue un visita turística de las de recorrer morosamente calles y callejuelas y las típicas visitas a los típicos monumentos que dan lustre a la ciudad.
La última, en fechas recientes fue de la misma índole pero más centrado en la fotografía, quise cuando menos traerme la más típica postal de la ciudad tomada por debajo del parador nacional de turismo. Esta que os muestro y que además me incita a una reflexión sobre el poder, sus manifestaciones y su competencia.
Es evidente que el alcázar fue construido en época posterior a la catedral, con la que compite en situación y magnificencia en su construcción e iluminación, pero cosa curiosa, los pináculos de sus torres parecen mantener una altura similar y aun diría que la espadaña de la torre de la catedral sube ligeramente más alto que las del alcázar.
Se diría que el estamento militar no estaba  dispuesto a quedar por debajo de los representantes de ese otro reino que dicen  no ser de este mundo, pero hay algo muy claro y que no ofrece dudas;  El resto de los mortales a sus pies.
Paganos (de pagar) y carne de cañón.
La cosa no cambia.

jueves, 22 de agosto de 2013

Tiempo y masa

La moderna física nos dice que el espacio-tiempo es un continuo y que su medición depende del estado del observador, lo que de alguna manera invalida los relojes.
Y puestos a seguir estrujando la neurona (no olvidemos que uno es hombre) y a riesgo de que salte alguno de sus engranajes, llegar a la conclusión de que el presente no existe. Que se trata de una entelequia inmaterial, inespacial e intemporal  entre el pasado y el futuro que, no olvidemos, depende de nuestra posición y velocidad relativa.
Esto me pasa por contemplar esta vieja puerta del hermoso pueblo Aragonés de L´Ainsa en compañía de mi física particular. Uno trata de estar a la altura, pero solo consigue que le eche humo la cabeza y ello por no hablar de cuando cada día me veo en el espejo.
Creo que cuando menos una cualidad física sí que tiene (el tiempo) aunque no se de ningún sabio que la haya definido. Masa, tiene masa y mucha, a juzgar por lo que a mí me pesa LLL

lunes, 19 de agosto de 2013

La terca realidad


Cada vez que mis pasos tienen la ocurrencia de dirigirse al querido entorno del valle de Belagua en Navarra y tropiezo con esta vieja ruina me asaltan dos sentimientos.
Por un lado, me lo llevaría y lo desmontaría con la intención de restaurarlo, siguiendo una pulsión que parece común a muchos hombres.
Pero no es de esto de lo que quiero hablar hoy aquí ni a lo que hace referencia el título, que también pudiera. Es del otro sentimiento, de ese que se revela ante tanta desidia del que quería hablar.
Es una vieja historia, casi  tan vieja como un servidor que roza las seis décadas.
Una historia que enfrentó  a muchos colectivos de carácter ecologista con la administración y con el ayuntamiento de Isaba por la construcción de unas pistas de esquí en Belagua.
No se trata de rememorar todo el contencioso, pero si recordar como el alcalde de la hermosa villa roncalesa, haciendo gala de una burda demagogia vino a publicar en un periódico de la comunidad una carta entre cuyas líneas se podía leer que eran ellos, los habitantes de los pueblos, los dedicados a la agricultura y ganadería, los garantes de la belleza  de la naturaleza que los urbanitas disfrutan cuando deciden salir a pasar un o unos días al campo.
Lo que no decía el buen señor es que dicha belleza es en realidad un sub-producto de sus actividades, pero no un fin en sí mismo y solo lo es porque a fuer de verlo, nos hemos acostumbrado a esa naturaleza humanizada que, he de reconocerlo, me resulta tan hermosa en ocasiones como el más salvaje de los paisajes.
Pero ocurre que la verdad es terca y lo es aunque pase el tiempo.
Juzguen ustedes como garantizan ellos tal belleza. En este caso es un viejo tractor, pero puede uno encontrarse casi cualquier cosa en el campo, desde lavadoras desechadas hasta lo más común, envases de aceite de motor, filtros, viejos aperos en desuso y un largo etc.