miércoles, 30 de noviembre de 2011

El bosque imaginado

Aunque no escondido



No lo vemos pero lo intuimos, encontramos señales de su cercana presencia y de su colorido otoñal en esos destellos rojos de las hojas sobre las rocas.
También adivinar de qué bosque se trata, aunque el lugar ya nos será más difícil. Pequeño paraíso, modesto, sin grandilocuencias pero con detalles de gran belleza que podremos disfrutar casi en soledad o mejor si es en compañía deseada.
Otoño, lloviendo a ratos, el silencio que se apodera del lugar y solo es ¿roto? por el murmullo del agua en su suave discurrir y en los pequeños saltos que jalonan el cauce del río y muy de vez en cuando el sordo sonido de un vehículo que transita por la cercana carretera comarcal de tercer orden y que nos hace recordar que realmente no estamos  tan lejos de la civilización, aunque eso si, en un entorno privilegiado.
Dejaré que sigáis imaginando el bosque y que os quedéis con la intriga del lugar, voy a ser egoísta por una vez y no me importará que no lo entendáis o que os parezca mal

martes, 29 de noviembre de 2011

concurso sin premio

Sin premio salvo el disfrute del momento vivido


Un restaurante barcelonés lleno de comensales, tres chalados por la fotografía y un motivo que era un reto por la luz.
Tres cámaras que de mejor a peor eran, Una Canon 5D, una Canon 400D y una Panasonic Lumix FZ 30.
Pecando quizás de falta de modestia y siendo consciente de lo aplicable que es aquel dicho “sonó la flauta por casualidad”, de las tres, la más equilibrada era esta, la de la Lumix.
Pero lo realmente divertido de aquella situación fue ver las caras del resto de comensales ante nuestras evoluciones cámara en ristre buscando el mejor punto para hacer la foto y peleando con la luz intento tras intento hasta conseguir algo que se pudiera mostrar. Alguno llego a preguntarnos por el motivo de fotografiar aquellos periódicos. No lo entendían.
¿Y vosotros?

La violinista de la acera



Por encima de los sonidos que nuestra actividad de carpinteros producía mientras restaurábamos un tejado, todas las mañanas nos amenizaba el sonido de un violín interpretando bellas piezas de música clásica.
Al salir en busca del almuerzo de media mañana, la veíamos allí, en la acera, acompañada de un pequeño equipo alimentado por un silencioso generador de corriente que a modo de musical karaoke reproducía el resto del sonido de de la invisible orquesta. Ella era la solista.
Un sábado, me subí sin otro objetivo que hacerle unas fotos y tras un rato de charla me comento que después de todo no le iba tan mal, sacaba para comer y para la pensión donde se hospedaba. Luego, con su permiso dado, le hice unas pocas fotos y como era preceptivo, dejé en su platillo unas monedas.
Desapareció de aquella esquina tiempo después y tardo un tiempo en volver. Cuando lo hizo, subí nuevamente un sábado, pero esta vez sin cámara, bajo el brazo una ampliación de esta misma foto.
El brillo sincero de sus ojos cuando se la entregué  fue su generoso pago por el regalo.
No puedo presumir de mucha cultura musical ni de un gran oído, pero desde mi parecer, lo hacía francamente bien.
¿Por qué trabajaba en la acera regalando su talento por unas pocas monedas? ¿Era por su condición de extranjera aunque hablaba un buen castellano? ¿Era porque la competencia es muy dura? ¿Acaso había otras razones?
No llegué a ganar tanta confianza con ella como para hacérselas y obtener respuestas de primera mano

Lluc

Paz de amanecida




Luces en contienda




Un gato me mira




Y se sienta

Los sueños rotos


Tras varias visitas a la recoleta y ordenada capital del país helvético, donde la vida parece transcurrir sin sobre saltos, sorprende encontrarse a orillas de su hermoso río Aare con algo que rompa ese aparente orden perfecto.
Una vieja casa a su orilla, no abandonada pero si ocupada por supongo jóvenes de la contracultura, pintada de vivos colores y muchos grafitis me golpea visualmente sin estar preparado para ello.
No es que censure su manera de vivir, sus inquietudes, su rebeldía, nada mas lejos de ello, es solo que no me lo esperaba.
En la enrejada ventana una muñequita de esas que tanto daño dicen que ha hecho entre las jovencitas por su figura imposible, con un ajado vestido de novia, permanecía atada a la reja con un alambre de acero.
Muy visual y evidente, el título me vino a la cabeza sin necesidad de pensar  

El erial


Donde el alma se encuentra




La belleza baldía de los desiertos  nos fascina, somos conscientes de su dureza, de cómo la tierra escatima la vida. Donde solo lo más austero puede sobrevivir sin ayuda, plantas duras, correosas, animales que se bastan con poco y que resultan difíciles de ver.
Los desiertos, allí donde el alma humana sola entre multitudes, encuentra el reposo y su verdad. Verdad individual, verdad desnuda.
Vivir es duro

Itsuosin


Suena el río
Impetuoso en la caída
Alegoría y fuente de vida
Corre sin esperanza
A perderse en otras  aguas
En eterna globalización
Apenas nace... ya ida
Volverá al punto de partida
Con la lluvia en chaparrón

lunes, 28 de noviembre de 2011

Peinada a un lado


En femenino gesto



La suave brisa mecía las hojas de tan hermoso ejemplar.
A través del visor, mientras esperaba a que el fresco aire de la mañana me diera un respiro para hacer la foto, comparé el movimiento de las ramas orientadas todas hacia un lado, con el delicado y gracioso gesto casi siempre femenino de organizar su pelo con un característico movimiento de la cabeza

Territorio Basajaun

 (Señor del bosque)


Solo el sonido de nuestros pasos sobre la hojarasca y el entrecortado de nuestras respiraciones rompe la quietud del bosque envuelto en niebla, los desnudos árboles cierran el recodo del camino y la atalaya cinegética parece una torre de vigilancia desde donde algún oscuro ser espía  nuestros pasos. Un escalofrío recorre nuestra espalda.
El recuerdo de un paseo por estos bosques con mi hijo cuando tenia unos cinco años, hablándole del Basajaun, de como era un ser enorme y bondadoso que se ocupa de quienes se pierden y de como la imaginación infantil potenciada por la figura paterna consiguió que volviera a casa asegurando haberlo visto, puso una sonrisa en nuestras bocas y nos sacudimos de encima esa ligera angustia que estos lugares producen en nuestro ánimo en días así.
Luego todo fue mas luminoso y el mítico ser supo guiarnos hasta nuestra meta por senderos mas ocultos y  menos evidentes que este   











Pitel

Molino harinero




Años ya que dejó de moler el trigo de las grandes hogazas que alimentaban a los habitantes de Moclín y sus pedanías, pero algunos inviernos, como en recuerdo de aquellas blancuras de harina, la nieve cubre los campos. Sera vida para nuevas mieses que alimentaran otros molinos


Añoranzas


De sueños que se desdibujaron



Soñaban con un tiempo mejor, feliz. Para ello todo lo aprovechaban, hasta el cordel que ataba los sacos de abono que con tanto esfuerzo pagaban.
El cereal, que cada vez  valía menos, el huerto que ayudaba a vivir, los animales…
Muchos gallos cantando el amanecer y el borrico atado a la puerta fueron signos de vida que perduraron cien años o tal vez cientos.
Años duros como solo los viejos recuerdan, cada vez menos.
¿Por qué añoramos aquellos tiempos? ¿volverán?