Tras
varias visitas a la recoleta y ordenada capital del país helvético, donde la
vida parece transcurrir sin sobre saltos, sorprende encontrarse a orillas de su
hermoso río Aare con algo que rompa ese aparente orden perfecto.
Una
vieja casa a su orilla, no abandonada pero si ocupada por supongo jóvenes de la
contracultura, pintada de vivos colores y muchos grafitis me golpea visualmente
sin estar preparado para ello.
No es
que censure su manera de vivir, sus inquietudes, su rebeldía, nada mas lejos de
ello, es solo que no me lo esperaba.
En la enrejada
ventana una muñequita de esas que tanto daño dicen que ha hecho entre las
jovencitas por su figura imposible, con un ajado vestido de novia, permanecía
atada a la reja con un alambre de acero.
Muy
visual y evidente, el título me vino a la cabeza sin necesidad de pensar
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