Esos palos que sostienen a duras penas nuestras creencias, aprendidas por la insistente cháchara de políticos y medios afines que tratan de vendernos su paraíso mientras demonizan el de aquellos que no cumplen con sus expectativas.
Modernidad, educación, amabilidad y alegría es lo que hemos podido ver en Beijing.
Ocho días y apenas la capital no dan para hacerse una verdadera idea del país, pero los palos del sombrajo se han tambaleado con grave riesgo de pillarnos debajo totalmente desprevenidos
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