Para quienes disfrutamos poco de esa actividad veraniega de ligar bronce que tanto parece gustar al personal, se acerca poco a poco el tiempo de otros disfrutes.
Era este un día de primeros de año que amenazaba lluvia y hacia frío, pero lejos de retraerme, fue un aliciente para ascender a la modesta cumbre sobre Cáseda en Navarra en compañía de Opari, mi inquieto y vital perro pastor vasco.
Nos mojamos si, pero también disfrutamos de este magnifico entorno solo para nosotros.
Un paseo estimulante en el que un viejo paraguas no terminó de evitarme la mojada.
Un pequeño precio por tanto placer.