No esperéis de mi parte la consabida felicitación de fiestas
tan habitual en estas fechas.
Miro a mi alrededor y no encuentro motivos para la alegría
Creo que me haré el gallego (sin querer ofender) y me
refugiaré en aquellos que me son queridos y cercanos y desde ahí, lanzare
piedras para ver si cuando menos, incomodo a quienes nos amargan la existencia ahogándonos
en un futuro miserable con promesas de una mejora de la que solo disfrutan
ellos.