Fue un
encuentro inesperado, habíamos subido al Montseny con la idea de hacer unas
fotos del más que conocido lugar por los aficionados cuando a la vuelta de un
recodo del sendero lo vimos. Anciano casi como la vida misma, poco hizo falta
para que se desahogara con nosotros contándonos las penas de quien las ha
pasado muy mal en su juventud.
Nos
habló de sus esfuerzos por sacar la familia adelante, por dar educación (conocimientos)
a sus numerosos hijos para que pudieran ganarse la vida de forma más digna
dijo, descansada corregimos nosotros y ahora, en el final de sus días, todo
parece volver a empezar, varios de sus hijos, con sus familias a cuestas, han
tenido que recurrir nuevamente a él y a su como él, anciana esposa. El paro
hace estragos y las deudas no dan tregua.
Y él,
que apenas puede ya cultivar un minúsculo huerto, mas por entretenimiento que
por otra cosa se lamenta y no comprende como
hemos llegado a esto, pero el caso es que con su huerto, su pensión y grandes
dosis de resignación ha abierto las puertas
de la modesta masía familiar y dice que por lo menos las voces de sus nietos
son un bálsamo entre tanto desasosiego.
Mientras,
empuja a sus hijos a ocuparse del huerto, a ampliarlo, a poner unos animales, a
no rendirse, tiempos duros ya se vivieron y fueron capaces de salir adelante.
Pero en el fondo de su corazón duda, se ha vivido muy cómodo durante muchos
años y se ha perdido mucho del viejo conocimiento de la tierra, de sus ciclos,
de sus necesidades. Apenas se sabe tratarla aunque se hable mucho de ecología.
Parecía
tan abatido que mi amiga, que fuma, le ofreció un cigarrito que el payés aceptó
de buena gana.
Lo
dejamos allí, serio y pensativo. Aún no habíamos dado cuatro pasos cuando en un
giro positivo de humor quizás provocado por el placer de haber encontrado quien
escuchara sus lamentos, quizás por el producido por el tabaco (que tenia prohibidísimo
por el médico), nos lanzó una sentencia…
Las
cosas están mal, pero hay esperanza, nunca hay que perderla
Sonreíamos
mientras nos alejábamos con la promesa de alguna futura visita
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