Dos
ciclos completos habían pasado desde que la tribu perdiera a una de sus
hembras cuando regresaban de recolectar
grano para contribuir a paliar los periodos de escasez de caza.
Los
cazadores hacía tiempo que no relataban encuentros ni avistamientos con los
terribles felinos con los que competían por
el alimento, así que retomarían el camino del norte en busca de las praderas de
cereal silvestre en las que siempre habían recolectado y tenido que abandonar tras el triste suceso
que les privó de un valioso miembro y de toda la cosecha acumulada que soltaron
allí mismo al huir.
Caminaban
como siempre agrupadas para parecer más
fuertes ante un hipotético enemigo de cuatro patas mientras se esforzaban en
seguir la senda que tras dos años, casi había desaparecido. Se acercaban ya a
donde tuvo lugar el terrible encuentro y
el recuerdo volvía fresco a sus memorias provocando un poco de ansiedad que se
manifestaba como un nudo en el estomago.
Era
curioso, allí nunca había habido cereal, pero delante de ellas tenían una densa
acumulación de espigas en un irregular perímetro que parecía estirarse desde el
punto donde soltaron su preciada carga al huir, hacia donde casi siempre
soplaba el viento.
Un
destello de comprensión brillo en la más despierta de aquellas hembras, allí,
en aquel terreno algo húmedo por estar cerca de la pantanosa turbera donde
apenas si crecían juncos y carrizos, que los saínos removían con frecuencia en
busca de tiernas raíces, habían enraizado los manojos que soltaron al huir, o
bien el mismo grano al desprenderse de las espigas secas había germinado y se había
desarrollado.
Había
demasiado para recogerlo todo en una jornada, pero se habían evitado
medio día largo de marcha y la distancia hasta su refugio era bastante más corta,
lo que facilitaría mucho el aprovechamiento. Pero en los ojos de aquella hembra
seguía brillando la luz de la inteligencia, veía sin esfuerzo esa misma pradera
de cereal en el llano que había entre el refugio y el río. Habría que arrancar
mucha hierba y maleza y escarbar la tierra como si de saínos se tratara, pero…
El
primer paso se había dado
No hay comentarios:
Publicar un comentario