En los tiempos que vivimos parece que todo el mundo asume que hay que hacer un esfuerzo extra para mantener el bienestar social y la calidad de vida, aun cuando sea muy discutible que las cosas se estén haciendo bien, que el reparto de dicho sacrificio se esté asumiendo de manera equitativa por todos, mas quien mas tiene, menos quien menos tiene, con argumentos perversos tipo "tenemos que bajar los impuestos a los ricos para que inviertan, a los empresarios para que creen puestos de trabajo". Mientras bajan sueldos, despiden sin consecuencias, nos desahucian, compran dinero publico a bajo precio para comprar deuda publica a unos intereses dos puntos por encima de lo que a ellos les cuesta y un sin fin de cosas mas que están en la mente de todos.
Hay que hacer un esfuerzo si, pero para cambiar el modelo y no estaría mal que se empezara por aquello que si bien es cierto, mantiene una industria, con sus puestos de trabajo y sus beneficios, está dedicado a la destrucción (a defendernos del enemigo dicen sus promotores).
No haré apología por su desaparición, algo casi imposible en este perro mundo que hemos ido creando desde que fuimos capaces de entender que un palo, un hueso o una simple piedra pueden ser además de una herramienta, también un elemento de poder, un arma. Pero estoy seguro que en un sector tan hermético como el de la industria armamentística, hay mucho que limpiar, mucho donde sanear cuentas y mucho dinero que se podría dejar de gastar inútilmente y para beneficio de unos pocos y dedicar esos recursos a cosas mucho mas beneficiosas y que también generan puestos de trabajo y grandes beneficios. Uno de ellos, y no el menos importante es el conocimiento y la cultura.
Pensemos en ello y exijamos a quien corresponda.
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