Contaban
los ancianos que sus mayores tenían en el recuerdo como habían ido incorporando
a su dieta algunas plantas fáciles de digerir y que ayudaban a subsistir sin
necesidad de dedicar todas sus energías a la caza. Cada día se incorporaba algún
tipo de hierba o de gramínea por el drástico medio de probar y asumir el riesgo
de soportar fuertes dolores e incluso morir, algo que ocurría con alguna
frecuencia, si bien era cierto que de los trágicos errores aprendían a minimizar
riesgos y cada vez era mayor el número de plantas que utilizaban.
Aquella
soleada mañana de finales de la estación seca, un grupo de hembras había salido
en busca de de plantas con grano que habían aprendido a triturar entre dos
piedras y a amasar luego con un poco de agua que dejarían secar y tostar
ligeramente sobre una piedra caliente colocada sobre las brasas de la hoguera
en la entrada del refugio. Volvían con una buena cosecha de aquel trigo
silvestre arrancado de raíz que luego golpearían sobre un espacio de terreno
alisado y despejado de tierra, piedras y todo tipo de broza para que resultara más
fácil recuperar el grano.
Cruzaban
un terreno blando y cercano al rio donde era evidente que habían pasado
aquellos grandes saínos que en ocasiones cazaban por los rodales de tierra
removida que habían dejado mientras buscaban los tubérculos que les eran
apetecibles, pronto volverían ellas mismas, antes de que los cerdos salvajes
acabaran con ellos, antes, los cazadores tratarían de obtener algunos
ejemplares de tan sabrosos animales, cuya grasa les resultaba muy útil. Era un
terreno demasiado abierto, demasiado despejado y se habían agrupado en compacto
núcleo para tratar de aparentar un mayor tamaño que disuadiera a los grandes
felinos frecuentes en la zona. Iban dando grandes voces, canticos y gritos inconexos con el mismo fin, pero el
grupo de leonas que no hacía mucho había fracasado en un intento de caza no se
iba a dejar engañar y hacía rato que las venían siguiendo, cada vez más cerca,
hasta que finalmente lanzaron el ataque.
Ante
esta situación, el grupo de hembras soltó los manojos de grano que acarreaban y
se desperdigó en todas direcciones tratando de desconcertar a sus cazadoras,
pero estas ya tenían su objetivo fijado y persiguieron brevemente a la más vieja y lenta de ellas. Fue una
desgracia, pero ello dio la oportunidad de huir al resto aunque toda la cosecha
quedó allí y sería complicado recuperarla, tendrían que buscar en otras
direcciones en días próximos
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