lunes, 9 de enero de 2012

Cazadores recolectores


Contaban los ancianos que sus mayores tenían en el recuerdo como habían ido incorporando a su dieta algunas plantas fáciles de digerir y que ayudaban a subsistir sin necesidad de dedicar todas sus energías a la caza. Cada día se incorporaba algún tipo de hierba o de gramínea por el drástico medio de probar y asumir el riesgo de soportar fuertes dolores e incluso morir, algo que ocurría con alguna frecuencia, si bien era cierto que de los trágicos errores aprendían a minimizar riesgos y cada vez era mayor el número de plantas que utilizaban.
Aquella soleada mañana de finales de la estación seca, un grupo de hembras había salido en busca de de plantas con grano que habían aprendido a triturar entre dos piedras y a amasar luego con un poco de agua que dejarían secar y tostar ligeramente sobre una piedra caliente colocada sobre las brasas de la hoguera en la entrada del refugio. Volvían con una buena cosecha de aquel trigo silvestre arrancado de raíz que luego golpearían sobre un espacio de terreno alisado y despejado de tierra, piedras y todo tipo de broza para que resultara más fácil recuperar el grano.
Cruzaban un terreno blando y cercano al rio donde era evidente que habían pasado aquellos grandes saínos que en ocasiones cazaban por los rodales de tierra removida que habían dejado mientras buscaban los tubérculos que les eran apetecibles, pronto volverían ellas mismas, antes de que los cerdos salvajes acabaran con ellos, antes, los cazadores tratarían de obtener algunos ejemplares de tan sabrosos animales, cuya grasa les resultaba muy útil. Era un terreno demasiado abierto, demasiado despejado y se habían agrupado en compacto núcleo para tratar de aparentar un mayor tamaño que disuadiera a los grandes felinos frecuentes en la zona. Iban dando grandes voces, canticos y  gritos inconexos con el mismo fin, pero el grupo de leonas que no hacía mucho había fracasado en un intento de caza no se iba a dejar engañar y hacía rato que las venían siguiendo, cada vez más cerca, hasta que finalmente lanzaron el ataque.
Ante esta situación, el grupo de hembras soltó los manojos de grano que acarreaban y se desperdigó en todas direcciones tratando de desconcertar a sus cazadoras, pero estas ya tenían su objetivo fijado y persiguieron brevemente a  la más vieja y lenta de ellas. Fue una desgracia, pero ello dio la oportunidad de huir al resto aunque toda la cosecha quedó allí y sería complicado recuperarla, tendrían que buscar en otras direcciones en días próximos

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