Fue en
esta ocasión la primera vez que visite la ciudad y de momento la única, pero
tengo esperanzas de hacerle otras visitas, aunque quizás estén un poco lejos en
el tiempo.
Era
mediados de Marzo y hacia mucho frio, una situación que me gusta para conocer
ciudades con encanto, algo que no se le puede negar a esta. El aire frio tiene
una limpieza especial y las calles suelen estar más despejadas, lo que permite
recrearte en lo que ves con relajada calma y si además es de noche, con la
iluminación embelleciendo unos edificios ya de por sí atractivos y todo ello
reflejado en las oscuras aguas del río Limmat,
el disfrute está asegurado doblemente, una por ello mismo y otra porque puedes
traerte ese encanto en la cámara y seguir disfrutándolo mucho tiempo después
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